lunes, 6 de enero de 2014

Otro cuento de Lie Tse: El Miedo de Lie Tse

Me gusta este cuento, aunque tiene un sabor agridulce. Me recuerda la sexta practica del Noble camino octuple: El Esfuerzo correcto, aunque como siempre están presentes los otros, la visión o comprensión correcta, el pensamiento o determinación correcta, el Actuar correcto, incluso el Hablar correcto y la Consciencia del momento correcta. Los dejo que disfruten el cuento y que lo comenten:

El miedo de Lie Tse


Lie Tse había emprendido el camino hacia el reino de Chi cuando decidió volverse. En la ruta se encontró a uno de sus anteriores maestros, Po-hun, quien le preguntó: «Estabas yendo a Chi; ¿por qué te vuelves?».

Lie Tse respondió: «Porque tengo miedo».

«¿Qué es lo que hay que temer?»

«Comí en diez posadas y en cinco de ellas me sirvieron antes que a nadie.»

«¿Cuál es el problema?»

Lie Tse respondió: «Se me ocurrió que mi ego estaba obteniendo lo mejor de mí y que yo estaba exigiendo una especie de respeto o haciendo que las personas pensaran que yo soy un hombre importante. Esto hizo que los posaderos me dieran un trato preferencial. Si esto continúa, tendré problemas».

Lie Tse continuó: «Los posaderos no ganan demasiado y, sin duda, no tienen mucho que decir en política. Si personas con tan poco que obtener hacen tan buen negocio conmigo, entonces tendría realmente problemas cuando los generales y los jefe del estado acudieran en pos de mi consejo. De esto es de lo que tengo miedo».

Po-hun comentó: «¡Buenas observaciones!, pero déjame decirte algo. Incluso si te quedas y no vas a Chi, otras personas no te dejarán tan facilmente tranquilo».

Lie Tse nunca fue a Chi. En vez de ello decidió establecerse en un lugar tranquilo. No mucho después, Po-hun acudió a visitarlo. Viendo los zapatos de muchos visitantes a la entrada de la casa de Lie Tse, Po-hun permaneció fuera, se apoyó en su bastón y se marchó sin decir una palabra.

Cuando Lie Tse se enteró de que su antiguo maestro se había quedado a la entrada de su puerta, corrió descalzo y alcanzó a Po-hun, diciendo: «Maestro, puesto que has venido, ¿por qué no has entrado y me has instruido?».

Po-hun respondió: «No tengo nada que decir. Ya te previne de que la gente no te dejaría irte tan fácilmente. Ahora ha sucedido. Las personas acuden a ti no por ser capaz de permitirles que te respeten, sino porque no puedes impedirles que lo hagan. Tú exhibiste tu virtud y tus logros, y has atraído a las personas para que acudan a aprender de ti, y ni estas personas ni tú os beneficiáis de esto. Ellos te halagan, y tú les dices lo que quieren oír. Os utilizáis mutuamente y nadie se ilumina».

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